.

Vuelta la calma,
descansa en el balcón
la acacia rota

.

2 comentarios:

  1. ¡Cuánta pena encierra este haiku, Mirta!
    Tras el vendaval, contemplar los efectos de su furia. Toda la naturaleza expuesta a las fuerzas que la rigen, que nos rigen, y ese renacer de continuo.

    Siempre duele un amigo. En este caso, una acacia.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Juan Carlos, qué efímero es todo en esta vida.
    Pasó el vendaval, dejó su huella y en menos de una hora (lo que duró nuestra estadía en el super) ya no había rastro de la acacia.
    Para quien no la vio antes... nunca existío allí.
    Duele la partida, pero se resigna uno a ello.
    Te abrazo

    ResponderEliminar