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Recoge agónica
las patas la libélula.
Sus alas brillan



El corazón de las palabras

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07.06.11 | 12:00. Archivado en Santôka, Contemporaneo, A4) Tipos de haikus

 
Dokodemo
shineru karada de
harukaze

どこでも死ねるからだで春風
SANTÔKA

Con un cuerpo
dispuesto a morir donde sea
Viento de primavera

La traducción dada corresponde a la cesura métrica que hemos establecido arbitrariamente (4-7-4). Una segunda versión de la misma métrica, concederá una mayor importancia al tercer verso, entendiendo que el viento de la primavera es la clave de este haiku. Haru-kaze (primavera-viento) son dos realidades que “dan frescor” –diría un japonés- y liberan el haiku de la pesantez que traía del segundo verso con esa muerte (shi) de un cuerpo (karada) evidentemente enfermo que trae a cuestas. El sentido libre que le daríamos a este modo de comprenderlo sería:

Con viento de primavera,
el cuerpo puede morir
donde sea

Si hubiéramos entendido que el metro de este haiku era 7-4-4, le habríamos dado una traducción que se centraría más en el hecho de “morir con el cuerpo”:

No importa dónde
Morir con el cuerpo
Viento de primavera

Así pues, estamos ante un haiku que desafía a los traductores, siempre que éstos no conozcan la intención última del poeta (y es tanto mejor que así sea, porque es como únicamente no se recortan los significados posibles del haiku). Los traductores pueden poner un mayor peso poético en el estado de ánimo (“listo para morir”), en lo que va a morir (“morir con el cuerpo”) o en la sensación tactil que envuelve al moribundo (“el viento de primavera”).

La clasificación del haiku, en cada uno de los tres casos, variará:

Puede ser un haiku intimista en el que el poeta nos confiesa su situación deshauciada, de muerte inminente. O bien, puede tratarse de un haiku filosófico –haiku para hacernos pensar- que nos revela una conformidad del ser humano ante la muerte: Santôka nos querría –si así fuese- llevarnos a considerar que la actitud que hay que tener en la vida debería ser de entrega abandonada al devenir, a la voluntad del universo, incluso a la muerte cuando nos toque.

Para concluir, está el elemento final –que no marginal- del viento de primavera, un viento cálido que acoge y conforta al poeta, y que nos coloca en el vértice del haiku de lo sagrado. Si este haiku hubiera sido originado en el alma de Santôka por su contacto con el viento de primavera, que se le representa incluso capaz de endulzarle el sabor agrio de la muerte, el haijin habría sido conmovido por la naturaleza sagrada del viento. No sería, en esta hipótesis que barajamos, un haiku que nos hablase de la agonía de muerte de Santôka, ni un haiku que sintetice los planteamientos vitales de corte filosófico-ascético del poeta de Yamaguchi, sino de la mismísima naturaleza del viento.

Más que definir una única tipología para este haiku, en esta ocasión se podría hablar como lo hacen los que que paladean el buen vino, de diferentes niveles de sabores del mismo haiku: nos comienza causando una impresión que nos enconge el corazón, luego se yergue en nuestra conciencia el aspecto ejemplar del eremita desapegado de todas las cosas mundanas, y, por último, sentimos que se nos abandona al viento de primavera -no importa dónde- como si sólo fuéramos un cuerpo muerto.

Blog de Vicente Haya


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