Filodendro
Llevo
seis años de asombro.
Ya cuando
llegamos al barrio, con la oficina, ese filodendro llevaba tiempo allí. Es tan
increíble, verlo a casi tres metros de altura, sobrevivir aferrado a los
ladrillos de la medianera.
Guillotinaron
esa planta a unos dos metros de la tierra y sus raíces, a lo largo de los años
han crecido buscándola.
Cada día,
lo último que hace el sol es ponerse sobre él. En verano sus hojas se queman,
en invierno, sus hojas se queman, pero siempre habrá un momento de lluvia que
transforme el color de esos ladrillos y él recupere la fuerza para continuar
a merced del viento... sin soltarse.
La casa
donde nació, era una casa de estilo colonial, con una galería de chapas que
daba al suroeste… Al frente, en un pequeño jardín, tras la puerta cancel
amuraron ese filodendro a la pared vecina… Los que la habitaron luego, lo
hacharon...
Desde
hace un año, el progreso demolió aquella casona. Comenzaron la construcción de
un edificio como en paneles, desde atrás (el fondo del terreno) hacia el
frente. Imaginé que llegado el momento, lo quitarían... pero parece que la obra
finaliza respetando esa vida.
No existe
día que no mire ese rincón... y acabe sin hallar las palabras que transmitan la
belleza de lo que observo
mochadas sus raíces –
en los ladrillos altos
vive el filodendro
Hoy, 5 de
Noviembre, las primeras luces del día aguardan el ingreso de los trabajadores a
la obra... Hoy, todo es rojo, todo ladrillos. El viento roza sin obstáculos el
viejo muro y unos trozos de raíces secas, sólo eso de aquella planta. El vacío
arriba, el vacío en mi pecho.
filodendro -
en los ladrillos donde estuvo...
atardece
.