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Once
años, alguien hizo que recordara mi primer viaje en tren a la luz del
día a los once años, cuando leí en unos versos "esa palabra "
Íbamos en tren... de esos carreta, que para recorrer 365 km. demoraba 12 hs.
Era
verano, diciembre, de vacaciones a casa de mis abuelos. Con el olor de
los libros... las últimas tareas... el último dibujito, la madera de
los lápices en el sacapuntas todavía frescos en mi cabecita y llena de
emoción por los días venideros : el pequeño pueblo de calles de tierra,
el paso del tren a dos cuadras del cuarto, los paraísos sombrilla, los
juegos a su sombra, el canto ensordecedor de las chicharras. Las
aventuras en el campo, las noches a la luz del sol de noche, los sonidos
del ganado, la cocina a leña, la carneada, la... el... tanto !
Y
por esas horas el traca traca... el chirrido de la puerta, el olor del
baño, el sudor del señor sentado al otro lado del pasillo, el agujero en
el asiento de madera, el sol, la cortina...
Todos
los movimientos indicaban que ya era la hora de abrir los paquetes
hechos en casa. Almorzamos nuestro sandwich de milanesa y de pronto, en
la ventanilla, un campo como un mar amarillo... con el sol a pleno de
mediodía, se abrió ante mis ojos.
Me cautivó tanto, que en mi cabeza sólo existió el instinto irrefrenable de tocarlo.
Desde un tren que marchaba tan lento, qué puedes pensar, nada... sólo hacerlo antes que acabe...
arde mi mano,
rozando desde el tren
flores de colza
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magníficos recuerdos de la infancia, me encantó el haiku.
ResponderEliminarsaludos
Karin, Gracias !
EliminarTodos tenemos pedacitos hermosos de nuestra niñez (también de los otros).
Esa fue la sorpresa del viaje...
Saludos
Emocionante relato. Sincero, auténtico, hermoso...
ResponderEliminarA veces una palabra es mucho más que una palabra. Como el alfiler, amarillo, que señala un lugar en el mapa de nuestra geografía personal, sobre el que girar y volver.
Espléndido haiku. El ardor de la mano será años después el del recuerdo. Atemperado por el lento traqueteo de los años.
Besines
Gracias, señor !
EliminarDesde el corazón, así está escrito, sin tapujos.
Una palabra, esa manía de nombrar con palabras las cosas. Ya ves, llevo por décadas ese ardor, el olor, ese mar amarillo dentro de mí aún sin saber cómo se llamaba el encantador... Cosas de nuestra mente, de nuestro corazón.
Gracias por regalarme tus palabras que embellecen las humildes del relato.
Besines
Bellísimo y emotivo relato el que compartes Mirta y ese haiku tan sensitivo de cierre... Me encanta, gracias por compartirlo.
ResponderEliminarUn abrazo grande amiga.
Hola, Leti.
EliminarGracias por tu visita y por la valoración del pequeñito relato. Un haiku que me acompaña... :)
Un abrazo grandote