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Llevo años viviendo en esta casa donde nuestro patio de luz... da a las casas de ellos, los vecinos de arriba.  Hoy hablaré de unos...

Es asombroso que sus diálogos más profundos, sus discusiones existenciales tengan lugar en el baño...
Sus voces emergen de la pequeña ventana y bajan a mi pequeña ventana de la cocina.




Muchas veces, entre aromas de hierbas... mi mente divaga, sonríe, y tantas veces se indigna.  Sí, aunque nunca intervine me molesta el trato que han tenido para con ella, sus dos hijos, su esposo.
Un bocadillo habitual en sus bocas ha sido "callate, gorda enferma", otro, "sos estúpida ?"  Puedo afirmar que tampoco ellos son grandes luminarias, pero parecen sentirse al menos un escalón por encima de ella, quien no emite queja, sólo lamenta haber dejado de trabajar por dedicarse a ellos...

Tan rápido pasa el tiempo que esos niños... ya son hombres (mediohombres) y se han ido de casa..., pero desde entonces una visita por horas comparte su vida...
Primero se oían sus balbuceos y ahora sus primeras oraciones...  Antes le oía los fines de semana, ahora, en mi jubileo, le escucho cada día.  Sonrío dentro de estas paredes cuando su voz trepa contando los escalones que a veces sube y a veces baja



hoy dice, " llueve..."
crece con mi vecina
el niño rubio...



Ni sé por qué escribo sobre él, pero acabo de darme cuenta que hace unos días que no escucho su voz, tal vez mi subconsciente lo extraña... ¿ estará de vacaciones o... ?
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